La evaluación de un proyecto de certificación de normas de calidad puede ser enfocada desde dos perspectivas diferentes, que solo en algunos casos logran ser complementarias. A los efectos de simplificar la lectura del artículo, se utilizará el término “certificación” como sinónimo del proceso de validación que una entidad externa a la empresa realiza para aprobar o desaprobar estándares de calidad; incluso en los casos que esta validación no suponga una certificación específica
Por un lado, algunas empresas transitan el camino hacia una certificación con la convicción de que la mejora de sus procesos y metodologías de trabajo son un camino más directo y seguro hacia el éxito comercial futuro. Estas empresas sitúan al concepto de calidad en el centro de su estrategia, están dispuestas a invertir recursos no solo para alcanzar la certificación sino también para sostener y optimizar el modelo de calidad en el largo plazo.
Por su parte, encontramos empresas que buscan en una certificación las credenciales que le abran nuevas oportunidades de negocio, especialmente para penetrar en mercados que exigen este tipo de avales como requisito básico. En términos generales, estas empresas visualizan a la formalización y mejora de sus actividades como una tarea más ligada al proceso externo de certificación que al proceso interno de desarrollo y entrega de productos y servicios.
Ambas perspectivas son válidas y pueden servir a los fines de la compañía, aunque es el primer enfoque el que se sostiene con más solidez cuando de calidad se trata. Sin embargo, muchas empresas Pyme que tienen una clara visión de la calidad no alcanzan, o directamente no buscan, certificaciones formales. ¿Porqué ocurre esto?; básicamente por el costo que representa encarar y sostener un proceso formal de calidad.
Las certificaciones en las Pyme del sector software
A diferencia de otros sectores industriales, las empresas desarrolladoras de software cuentan con una tendencia natural hacia la formalización de sus procesos; en parte por el grado de profesionalización de sus directivos y en parte por la afinidad con el uso de metodologías. Sin embargo Es común encontrar pequeñas empresas del sector software que cuentan con sólidos procesos, muchas veces documentados y soportados por herramientas informáticas, que no cuentan con validaciones externas de calidad.
Entonces vale preguntarse porqué muchas de estas pequeñas empresas, con procesos bien desarrollados y una visión definida de la calidad como fundamento estratégico, no avanzan masivamente hacia modelos como ISO o CMM.
Una decisión primaria que la empresa debe adoptar es qué modelo de calidad es el que mejor se adapta a sus necesidades. Mientras que ISO es una norma certificable enfocada en los procesos internos y externos, CMM es un modelo de madurez específicamente enfocado en los procesos de desarrollo de software. Ambos modelos pueden ser complementarios, aunque para la mayoría de las empresas del sector, CMM es la opción más ajustada. Para algunas empresas de servicios de desarrollo, como por ejemplo las fábricas de software, el modelo ISO podría ser el más adecuado en tanto sean más importantes sus procesos de relación con el cliente y de flujo interno de requerimientos, que la construcción del software en sí mismo.
La siguiente decisión, que define el éxito o el fracaso del proyecto, es la asignación de recursos para lograr el objetivo planteado.
¿Es útil implementar el modelo CMM en una Pyme desarrolladora de software?
La respuesta a esta pregunta es simple: SI, es útil prácticamente en cualquier caso.
Ocurre que, tal vez, no sea esa la pregunta adecuada para un pequeño empresario. Probablemente lo más razonable sería preguntar lo siguiente: ¿es rentable, a mediano y largo plazo, invertir en la adopción de CMM? En este caso, la solución del interrogante ya entra dentro del típico esquema de respuestas de un consultor: DEPENDE.
La adecuación de la empresa al modelo CMM y el progreso a través de los diferentes niveles de madurez es indudablemente un proceso costoso para cualquier pequeña empresa. El empresario debe definir el enfoque tratado en el primer párrafo del artículo, y priorizar los intereses que impulsan la certificación de calidad.
Cuando el motor del proyecto de calidad sea la mejora interna de los procesos para alcanzar mejores niveles de servicio, CMM es una opción adecuada para aquellas empresas que no cuentan con un modelo formal de construcción de software. Por su parte, las empresas que hayan desarrollado una metodología propia, probablemente encuentren más efectivo seguir trabajando en ese sentido y no invertir en la implementación de CMM.
Cuando la motivación del proyecto sea estrictamente la apertura de nuevos negocios que exijan certificaciones de calidad, queda dentro del ámbito de análisis de cada empresario la estimación del retorno de la inversión. Como regla general, CMM es actualmente la referencia global en materia de calidad de software y es razonable encarar un proyecto en este sentido si las perspectivas del mercado objetivo son favorables para la empresa.
Consideraciones finales
Actualmente existe un consenso amplio sobre la necesidad de formalizar procesos de calidad en las empresas de desarrollo de software. Sin embargo, como se mencionara anteriormente, muchas pequeñas empresas no encaran un proyecto formal de certificación, a pesar de contar potencialmente con las condiciones necesarias para alcanzar ese objetivo.
Entendiendo que una barrera importante son los costos integrales (certificación y sostenimiento del sistema de calidad), y considerando que la progresiva formalización de los procesos y metodologías redunda en la mejora competitiva de todo el sector; es útil proponer el desarrollo de una certificación local de calidad que sea accesible para todas las empresas Argentinas. Una iniciativa de este tipo, sin reemplazar ni rivalizar con las certificaciones de reconocimiento global, puede ayudar a muchas empresas del sector a dar sus primeros pasos en el camino de la calidad y servir como una referencia primaria de sus capacidades técnicas y organizativas.
Autor: Javier Bazo. Socio Gerente Sistemas Activos.
Fuente: Evaluando ERP (www.evaluandoerp.com)