«Muchos [emprendedores] creen erróneamente que necesitan una oficina de ‘estilo Google’, días de vacaciones ilimitadas y grandes beneficios, cuando en realidad un escritorio, acceso a Internet y el compromiso inquebrantable de un emprendedor es realmente todo lo que se necesita». Son las palabras de Peter Gasca, emprendedor norteamericano, que abre el debate sobre la necesidad de estudiar al milímetro las necesidades de capital de una startup.
Hay dinero para invertir en proyectos emprendedores. Pero también hay preocupación en torno al excesivo riesgo que se está corriendo en los últimos tiempos por parte de inversores y a la velocidad a la que muchas startups están ‘quemando’ el dinero. Especialmente en un entorno como en Estados Unidos.
Pese a que debemos salvar las distancias, la reflexión de Peter Gasca es pertinente en un momento como el actual, también en España. 2014 ha tenido de nuevo más inversiones de ‘venture capital’ que en 2013 (242 millones de euros). En ese contexto, en no pocas ocasiones una importante inyección de capital puede acabar asumiéndose desde la joven empresa y sus fundadores como un fin en sí mismo y no tanto como un medio.
Gasca llama a analizar euro por euro cada una de las inversiones que una startup lleva a cabo. En materia de personal, en marketing y publicidad o en infraestructura general. Si todos esos gastos no están enfocados en ganar mercado, mejorar el producto (con un gran equipo) y crecer en ingresos y clientes, «será considerado un desperdicio».
Ese riesgo a desperdiciar capital de otros se une a dos efectos perversos, que ya señalamos en estas líneas: la distracción al concentrar los esfuerzos en lograr la financiación y la pérdida de control respecto al proyecto y la empresa.
Las necesidades de capital de una empresa de alto crecimiento son muy importantes. Pero eso no es óbice para medir cada paso que se da y cada euro que se pide… y que se gasta.
Vía: pymesyautonomos.com