El R.M.S. Titanic como emprendimiento ha sido un caso de estudio para varias disciplinas por más de una generación. También el Management podría aprender del caso. Tras 4 días de navegación sin problemas, el 14 de Abril de 1912 los vigías escudriñaban el horizonte sin prismáticos. A las 23:40 de la madrugada, los vigías vieron una gran masa de hielo justo en medio de la ruta del Titanic. Los vigías tocaron la campana de aviso y llamaron por teléfono rápidamente al puente donde estaba de guardia el 1º oficial William Murdoch, que alarmado mandó al timonel girar todo a estribor y marcha atrás. El Titanic se acercaba rápidamente al iceberg pero giraba muy despacio debido al pequeño timón que poseía, el cuál no guardaba proporciones con el resto del barco.
Considerando que el timón no se visualiza a simple vista, no cabría pensar que su tamaño estuviera vinculado a una razón de estética. Dado el volumen de la inversión que se realizó en el proyecto, no parecería tratarse tampoco de una razón de abaratamiento de costos.
En hipótesis podría suponerse que quienes realizaron el diseño del lujoso Hotel-Buque, no tuvieron en cuenta la eventualidad de tener que realizar bruscos cambios de rumbo durante el curso de navegación planeado.
En la misma hipótesis también, podría suponerse que lo mismo consideró el capitán quien no halló necesario dotar a los vigías de los recursos tecnológicos (prismáticos) para pudieran avistar los posibles problemas en el mar con un poco más de anticipación.
Cuán parecida es esta situación respecto al de muchas empresas.
Al planificar ¿se consideran las condiciones o el entorno? Normalmente se diseña y se planifica la empresa para navegar en condiciones normales, más bien tranquilas.
¿Para qué invertir en personas y sofisticados sistemas que estén previendo los cambios de entorno? ¿Para qué preocuparse por aquello que eventualmente podría llegar a pasar cuando apenas nos alcanza el tiempo para atender los problemas del día a día?
Esto no se debe a una omisión deliberada, es propio del ser humano y como las empresas son su gente, el accionar de las primeras será reflejo del comportamiento de éstas últimas
Chris Argyris da a esto dos explicaciones:»a) Nadie puede ver lo que la mente no ha experimentado anteriormente; b) nadie verá lo que evoca emociones desagradables.»
Naturalmente cuando se diseña un proceso o se elabora un plan se utilizan los elementos conocidos por la empresa, sería extraño pensar en elementos que nadie conoce.
Por otra parte quienes prevén escenarios distintos, naturalmente lo hacen por la positiva es decir manejando posibilidades de éxito y no de fracaso. Claro que todo esto se hace naturalmente.
Pero en Management es muy riesgoso hacer las cosas naturalmente, es necesario planificar estratégicamente, hacerlo por supuesto con mente positiva pero evaluando otras alternativas que pueden hacer que el plan original tenga que adaptarse.
Un Management eficiente trata de gestionar el cambio en lugar de esperar que el entorno cambie. Revisar la interna, usar indicadores, mirar el comando atentamente, usar los prismáticos Calidad Total y Lujo no son sinónimos. Lograr productos o servicios que sean bonitos no es suficiente. Aquel trabajo que tenga como objetivo la excelencia tiene que considerar ineludiblemente el diseño, las normas, los sistemas y procesos. De otra forma tendremos clientes insatisfechos y en definitiva «La satisfacción del cliente se llama Calidad».
Existen varios instrumentos y técnicas a nuestro alcance, que hacen que improvisar no sea necesario.
Es imperioso poder cambiar de rumbo de ser necesario, si el barco es grande que también sea ágil, si es pequeño que sea consistente, en ambos casos ingenieros y capitanes deben ser precavidos.
Carlos Herreros dramatizaba: Las tasas de mortalidad empresarial son altas, incluso mayores que las de los seres humanos. Podría agregársele a su cita: cuántas de ellas se hubieran salvado de haber aprendido lo que el Titanic nos enseñó.