Estamos saturados de anuncios en televisión e Internet donde a través de una breve historia nos narran las bondades de una marca o empresa. Nos trasladan emociones positivas relacionadas con el producto, otras veces resaltan la efectividad de sus servicios, o se inclinan por el humor para empatizar con el cliente.
Se invierte esfuerzo, dinero y no siempre creatividad a la hora de vender nuestra imagen, quiénes somos y qué ofrecemos. Sin embargo, una buena atención resulta una inversión óptima para la empresa. En ese momento no hay trampa ni cartón. Esa es la verdadera impresión que se va a llevar el cliente, el trato que le dispensamos. De nada sirve un producto de calidad sin un trato exquisito a quien se acerca a nosotros y lo adquiere.
El otro día leí un artículo relacionado con la venta a través de Internet. Me quedé con una idea: en ocasiones nos obsesionamos con estar presentes en la red y creamos un blog, perfiles en distintas redes sociales, pero lo más importante, el producto, lo dejamos un tanto abandonado aunque parezca surrealista. Por otro lado, también se apuesta por lo contrario, depositar toda nuestra energía en nuestro maravilloso servicio, olvidando al usuario ¿de veras estará interesado? ¿Hemos pensado en él?.
Da igual cómo sea tu logotipo, no importa cuántos seguidores tienes en Facebook, o si lo que vendes es mejor que el resto de la competencia, comete un error grave en el trato que ofreces a tu cliente, esa persona que gasta su dinero en tu idea, y todo lo que has construido se tambaleará. ¿Estamos preparados para encajar preguntas, reclamaciones y quejas?
Una buena atención al cliente debe ir unida a la empatía. Es difícil que un trabajador, el dueño de una empresa sea capaz de ponerse en la piel del otro. Pero si se consigue es probable que los beneficios sean mayores que con cualquier campaña titánica de marketing o publicidad. La creatividad a la hora de gestionar las emociones de nuestro cliente es la clave.
Anticiparse a sus necesidades, ser resolutivos, ofrecer información que sea de su interés. La motivación para que todos los componentes de un negocio naveguen en la misma dirección: mejorar el trato al cliente aparecerá si se capacita al personal en el servicio que se ofrece, y para que comprendan qué nivel satisface y cuál supera las expectativas de los clientes.
Vía: pymesyautonomos.com