Un hábito es el “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas.” (Real Academia Española) y justamente acerca de los malos y buenos hábitos gerenciales se habló en una reunión con gerentes y encargados de locales comerciales.
Resulta interesante dado que si bien es tratado desde la administración, el marketing, como disciplina generalista e integradora tiene especial interés en ello dado que no hay forma de lograr la excelencia en la satisfacción del cliente si no se tienen una organización eficiente y al servicio de este.
La estructura gerencial ocupa un lugar destacado en la capacidad operativa de toda organización en razón que es ella la que pone en marcha y conduce el proceso que tiene por objetivo la oferta, venta y satisfacción aludida.
En virtud de ello veamos algunos hábitos que caracterizan la gestión gerencial.
Hábitos de la ineficiencia:
• El postergar sin razón.
Tomar decisiones implica el asumir riesgos, por ende, a partir del resultado de lo decidido se podrá evaluar la gestión del decididor.
En estos casos el gerente tiende a procrastinar con el único objeto de especular con que la solución se presente sola o los acontecimientos hagan que su decisión ya no sea necesaria.
• Desperdiciar el tiempo y el de los demás
Suele ser origen de la pérdida de tiempo dado la incapacidad del gerente para resolver, conducir y determinar un programa de trabajo.
• Rebajar a los demás para subir él.
A fin de hacer resaltar sus logros y gestión no repara en rebajar el aporte de sus colaboradores e incluso llega a menoscabar a fin de cumplir con su objetivo.
• Mal pensar.
Dado que la gente toma su propia vida como modelo comparativo y de proyección tiende a pensar mal de todos y de todo lo que se le presente.
• Esfuerzo evidente sin resultados.
Hay gerentes que trabajan mucho y tienen una agenda plagada de reuniones y compromisos pero que a posterior no se ve avance alguno.
Tienen ocupaciones y de no tenerlas las buscan creyendo que su tarea implica el trabajar sin parar en lugar del decidir, lograr objetivos y pensar a futuro.
• Trabajo en secreto.
Cuanto menos se sepa acerca de lo que se está haciendo menor resulta el riesgo de ser evaluada su gestión
• Superioridad.
No transmiten sus conocimientos y/o decisiones a partir de preceptos como el que la gente no necesita saber, con solo que cumplan las órdenes es suficiente; la gente no entiende o simplemente no los transmite dado que internamente tienen una gran inseguridad e inferioridad y sienten que si los brindan pueden dejar de ser necesarios.
• Amor desmedido hacia los procesos.
Viven en pos del proceso y no en relación a los resultados. Esto se tiene que ver con la poca vinculación que sienten entre ellos y la consecución de los resultados dado la aversión a ser descubiertos en cuanto a su ineficacia productiva.
• Subcolaboración.
Estos jefes se rodean de colaboradores de menor nivel de gestión de lo que necesitan pues de esta manera logran en primer lugar resaltar su figura, segundo, no se sienten amenazados en cuanto a su propia ineptitud y tercero, no temen que le saquen el puesto.
• Detallismo extremo.
Su preocupación por los pequeños detalles esconde la incapacidad para otear el horizonte en busca de ampliar el mismo tarea que le es propia a todo gerente. Concentra su capacidad en ver cómo está redactada una carta o conformado un PowerPoint más que en el efecto que genera la información en ellos contenida.
• Ajeno a fechas y compromisos.
Todo lo que implique un compromiso de entrega o fecha de culminación de un proceso o programa representa un momento crucial donde se expone el resultado de la gestión, por ende, implica un potencial peligro para su subsistencia.
• Asesordependiente.
El asesoramiento de profesionales es imprescindible para todo gerente pero en exceso solo muestra la incapacidad para la toma de decisión.
• Reunión eterna.
Otra manera de enmascarar la falta de productividad en la gestión y la incapacidad en toma de decisiones es vivir ocupado en reuniones interminables con todos sus colaboradores directos haciendo que estos también pierdan su valioso tiempo, con ponencias que suelen contradecir lo poco antes pautado y por sobre todo, que hagan notar o sobresalir la figura del jefe con sus bajadas de línea y explicaciones en demasía.
Hábitos de la buena gestión.
• Proactividad.
No necesita que nadie le diga lo que tiene que hacer, él es su propio jefe y en todo momento está buscando la forma de mejorar o progresar.
• Asignación de responsabilidad.
Y hacen que la gente entienda la trascendencia de su tarea y se sienta importante en cuanto al cumplimiento de la tarea aceptada.
• Delegación y confianza.
Sabe que su éxito depende de su gente y que su tarea se multiplica exponencialmente cuando la misma es llevada a cabo por sus colaboradores dejando para sí solo aquello que solo él puede realizar. Delegan y junto con ello confían en su gente para la ejecución de lo asignado.
• Colaboración y control.
Permiten que el subordinado desarrolle su trabajo con controles que no impliquen asfixia. Pautan fechas de entrega o presentaciones parciales donde el control tiene tiente de ayuda para el mejor desempeño del empleado en la tarea asumida.
• Trabajo por objetivos.
Define objetivos y la consecución de los mismos marca la eficiencia de su labor y la de sus colaboradores. Los procesos le son importantes pero en relación a los resultados que estos generan.
• Definición de prioridades.
A partir de estas establece el uso de los recursos que por definición son siempre escasos.
• FODA
En todo momento tienen un mapa de su realidad en cuanto a su FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) y hacen uso de dicha información para desarrollar estrategias que maximicen las posibilidades de éxito.
• Apertura al contexto.
Se nutre del contexto y sus cambios aprovechando sus vaivenes en cuanto a la aparición de oportunidades que lo acerquen a los objetivos planteados.
• 40/70.
Cree que resulta imposible la certeza absoluta en la decisión y si bien es natural el intentar reducir la incertidumbre, saben que la mejor decisión no es la más precisa sino la más eficaz en cuanto al balance entre recursos utilizados, el tiempo y el logro alcanzado.
Entienden que “…la información arriba de un 70% que garantice el éxito, se hará a cada paso más costosa de obtener, al tiempo que el beneficio de haberla obtenido rápidamente disminuye en función de su obsolescencia e inutilidad. …una dosis de datos 40/70 + instinto y experiencia” es asumida como la mejor fórmula.
• Ganar-ganar.
Sabe que para que los acuerdos se mantengan en el tiempo así como para mantener la imagen propia y de la organización en lo más alto se requiere un esquema de relación para con la otra parte enmarcado en el ganar-ganar.
• El tiempo vale.
Y en función de ello se ocupa en utilizarlo correctamente. Tiene presente que es el recurso que todas las personas tienen por igual pero solo las de éxito han demostrado haberlo aplicado mejor.
• Entender para ser entendido.
Sabe que si no entiende al otro y a sus necesidades será difícil que el otro pueda entenderlo a él.
Tanto en la eficiencia como en la ineficiencia podrían definirse algunos más, no obstante, la clave pasa por aquel que quiere hacer las cosas bien, a partir de allí surgen las características de unos y de los otros y si tiene alguna duda escríbame a sobre este o cualquier otro el tema escribirme a dcasais@dhcconsultores.com y le responderé a la brevedad.