El Ministro del Interior de Gran Bretaña ha decidido extraditar a Estados Unidos a Gary McKinnon, conocido por su intrusión en los servidores del Pentágono y otros sitios oficiales estadounidenses.
Según el gobierno estadounidense, el británico Gary McKinnon habría perpetrado «una de las intrusiones informáticas más devastadoras del mundo». Entre febrero de 2001 hasta marzo de 2002, habría vulnerado entre 91 y 97 sistemas y ocasionado perjuicios económicos del orden de los 700.000 a 900.000 dólares. Cabe señalar que las acusaciones estadounidenses han sido inconsistentes. Por ejemplo, la cantidad de sistemas afectados ha aumentado considerablemente desde la presentación inicial de cargos, a la vez que las estimaciones de perjuicio económico han disminuido.
McKinnon fue detenido en 2002, luego puesto en libertad y detenido nuevamente en junio de 2005, para luego ser liberado otra vez. McKinnon ha admitido las acusaciones de hacking, pero niega categóricamente haber causado daños. El hacker ha dicho que la seguridad TI del Pentágono tiene un estándar extremadamente bajo. En una entrevista con BBC, McKinnon dijo: «solo entré por puertas que estaban abiertas». En todo momento se ha negado a la extradición y pide ser procesado en Gran Bretaña. En ningún momento se ha cuestionado que McKinnon estaba sentado frente a su PC en Gran Bretaña cuando vulneró los sistemas estadounidenses.
El motivo aducido por McKinnon fue su intento de encontrar evidencias de que el Pentágono oculta información sobre la presencia de seres extraterrestres en el mundo.
El pasado viernes, el Ministro del Interior John Reid anunció su decisión de acceder al requerimiento estadounidense y extraditar a McKinnon.
En una entrevista con BBC, McKinnon dijo sentirse traicionado por el gobierno de su país.
El caso tiene fuertes ribetes políticos en Gran Bretaña, debido al descontento que causa el acuerdo de extradición con Estados Unidos. El acuerdo es considerado por muchos como unilateral, debido a que la experiencia con los estadounidenses es que los ciudadanos de ese país que delinquen en Gran Bretaña prácticamente nunca son extraditados, mientras que los británicos que delinquen contra EEUU son extraditados rápidamente.
Según el abogado de McKinnon, Estados Unidos ni siquiera tuvo que documentar las intrusiones de su cliente para que Gran Bretaña accediera a su extradición.