Ayer me llamó un amigo “¿has leído una noticia sobre una nueva profesión que existe en Japón?”. Creo que no leyó la misma que yo porque destacó que se trataba de escuchar a personas para luego redactar sus anécdotas y darle forma de biografía. Como idea nueva no me sorprendió porque la que escribe,se ofreció hace años a plasmar en un libro a todo el que considerara que su existencia debía quedar reflejada en un puñado de hojas.
A lo que este amigo se refería es a una especie de voluntario que se dedica a escuchar a personas que no tienen a nadie con quien hablar o desahogarse. El contexto es importante, hablamos de Tokio y de un país donde la comunicación, o mejor dicho, el expresar sentimientos o emociones resulta complicado. Ya han surgido críticos hacia estas personas que deciden invertir su tiempo en atender a extraños. ¿Escuchar es una nueva profesión o una necesidad?
Si echamos un vistazo a la hemeroteca gigante de Internet esta noticia tiene un largo recorrido. Este japonés lleva desde 2004 escuchando a los demás. Lo que me gustaría destacar de esta opción no sé si llamarla laboral (algunos cobran) es la parte creativa, ese momento en el que una persona se da cuenta de que existe una necesidad y aunque le puedan tachar de loco decide coger una silla, una mesa y sentarse a la salida de un metro o en una plaza junto a un cartel con las palabras “te escucho”.
En España hace unos años, entrevistaron a un ciudadano que también se lanzó a esta aventura de escuchar. Pero él cobraba. Al menos una propina, lo cual es de justicia, sobre todo en un país como el nuestro donde tenemos tendencia a desear que el otro termine su discurso para comenzar el nuestro.
Seamos francos, escuchar es un ejercicio que requiere además de empatía una gran fuerza de voluntad.
“Se ofrece escuchador profesional―reza el cartel que lleva siempre consigo―. Cuéntame todo aquello que necesites, te escucho sin interrupciones y no doy consejos salvo que me lo pidas. Solo cobro lo que me quieras pagar”
¿Una locura? ¿Una opción laboral original y necesaria? Que cada cual decida si es o no adecuada. Pero ni todo el mundo puede pagar a un psicólogo, en ocasiones tampoco lo necesita y sí hablar, eso tan normal y que hacemos a lo largo del día como un acto natural pero que otros ven como un lujo.
Vía: pymesyautonomos.com