El mercadeo internacional, como conjunto de técnicas, ha recibido gran atención en estos últimos años.
El mundo se halla dentro de un esquema de permanentes cambios y las necesidades cruzan las fronteras, ya sea que los productos se relacionen con los alimentos, los champús o las toallas sanitarias.
El mercadeo internacional, como conjunto de técnicas, ha recibido gran atención en estos últimos años. El mundo se halla dentro de un esquema permanente cambios, pero lo ocurrido a partir de 1989 han sido particularmente espectacular. Han cambiado las fronteras, los nombres de los países y aun las tecnologías; la nueva cartografía se ha transformado totalmente y la descripción tradicional de la geografía política se modificado tanto en tiempo como en tamaño.
A la vez, ha surgido la tendencia de constituir nuevos bloques comerciales, lo mismo en lo que ahora conocemos como la Unión Europea como en lo referente al Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Estos bloques son importantes en sí mismos, pero también entre los países suscriptores de los respectivos acuerdos, mismos que han logrado reducir, ya que no eliminar por completo, las barreras tradicionales del comercio. Entre tales países, eso ha sido bien recibido, pero no así para aquellas naciones que han quedado fuera de los bloques comerciales, pues experimentan temores de que surja el proteccionismo y se genere la mentalidad de torre de marfil.
Aun cuando esto último viene ocurriendo a nivel macroeconómico, es importante no perder de vista al consumidor. El consumidor en sí no se identifica a sí mismo de manera global, sino que sigue siendo un patriota que se aprovecha los beneficios que resultan de una unión económica incrementada. Esto constituye una de las paradojas del siglo XX, que, siendo la nueva economía una fuerza centrífuga que conduce más y más hacia uniones comerciales y económicas, despierta también los deseos hacia la independencia y la soberanía nacionales. Es importante que los expertos de la mercadotecnia no pierdan de vista esta situación de tan vital importancia, ni se olviden del potencial que significa tanto para los exportadores como para los inversionistas.
La mercadotecnia se ha transformado en el transcurso del tiempo y ha experimentado diversas fases evolutivas; quizá la herramienta más importante que nos ha legado sea la de la segmentación, gracias a los medios de esta era de la informática desatada por la computarización.
En términos de globalización, es posible satisfacer las necesidades del consumidor, al mismo tiempo que se elaboran productos sobre diseño para grupos específicos. Las necesidades cruzan las fronteras, ya sea que los productos se relacionen con los alimentos, los champús o las toallas sanitarias. Así, es de notar que los mercadólogos han descubierto que la práctica de la segmentación significa que tienen acceso a grupos internacionales de consumidores similares a los que encuentran en su mercado local, a un costo bajo en caso de que se requiera una adecuación del producto debida a regulaciones en el extranjero sobre el etiquetado, el embalaje, el idioma y el empleo de ciertos ingredientes, colorantes y saborizantes. La computarización nos permite rastrear hasta cierto punto lo que no era posible hace diez o quince años.
Sin embargo, en la actualidad no es el fabricante el que se apoya en la informática, sino el detallista. Se ha presentado un cambio de poder en el que los vendedores al detalle, por medio tarjetas de crédito propias, poseen información vital sobre patrones de compra del consumidor. Por lo tanto, ahora podemos tener un acceso a los datos más completo que en otros tiempos de la historia del comercio. Si conocemos el perfil del consumidor, podremos planear cómo situar a los diferentes grupos.