El señor Daniel Ferrari, titular de una fábrica de muebles y mueblerías hace unos pocos días me consultó sobre cuáles pueden ser los problemas que una empresa puede tener cuando, tal como a él le sucede, a la fecha es exitosa.
Resulta una consulta tan poco común como inteligente. Usualmente la gente no suele preocuparse de esta instancia dado que su lucha por crecer o incluso el subsistir no les permite pensar en esta situación.
Aún así, no deja de ser la realidad de muchas empresas que, más allá de vaivenes, tiene una realidad satisfactoria.
Los riesgos siempre son compañeros de ruta de toda actividad humana y las empresas no escapan de esto. Aunque sea difícil de entender, el éxito, -fundamentalmente para las PyME- también conlleva un factor de riesgo y esto tiene que ver prácticamente con dos grandes factores.
► Alivio, descanso y distención.
El primero de ellos es que cuando se alcanza determinado nivel de actividad y se entiende que el mismo es concordante con el bienestar personal y empresario deseado en forma natural la dirección cae en un estado de tranquilidad y relajamiento.
La necesidad y la crisis, ambos dentro del marco de tolerancia, resulta un motivador de excelencia que conlleva a la máxima utilización de todos los recursos y capacidades materiales y por sobre todo mentales a fin de superar tal cuadro y lograr la subsistencia.
Cuando estos elementos se alejan del horizonte inmediato; ya sea por el natural agotamiento como consecuencia de las exigencias sufridas o bien como respuesta biológica vinculada con el ahorro de energía; lo cierto es que se reduce el nivel de atención y respuesta.
¿Ud. sabía que el mayor índice de accidentes de montaña se presenta cuando los montañistas están bajando? Es por la misma razón.
Este escenario puede durar indefinidamente y esto no tiene que ver con la falta de ganas o voluntad de trabajo. De hecho, es típico ver que no se deja de trabajar e incluso no se reducen las horas de labor, lo que sucede es que el cerebro pierde foco como consecuencia que no debe esforzarse para lograr subsistir.
Recuerde que el cerebro es un órgano que, en resumidas cuentas, es el responsable de garantizar la vida y a partir de dicha definición trabajará denodadamente y de toda manera posible cuando ésta se encuentre en peligro. La potencial pérdida de la fuente de trabajo es un riesgo de importancia y allí pone toda su energía para tratar de salir de él.
Apartado dicho momento, deja de aplicar tal energía y solo se preocupa de problemas de menor cuidado y trascendencia.
► Zona de Seguridad.
El segundo factor tiene que ver con la “zona de seguridad” que todas las personas tienen.
Esta zona se relaciona con el ambiente y actividad que son conocidas, por tanto, no representa incertidumbre alguna y el cerebro está tranquilo sin necesidad de activarse por encima de lo usual dado que todas las variables ya han sido contempladas, son de rutina y no representan riesgo mayúsculo.
Cuando las empresas llegan a una posición de mercado, facturación y renta acorde a lo deseado por sus titulares no cabe otro camino que el seguir creciendo y para ello suele suceder que se exige el cambio.
Muchas veces, ya sea por el límite impuesto por la estructura operativa o bien la necesidad del desarrollo de nuevos negocios o mercados, se impone modificar el modus operandis, incorporar profesionales o personal especializado, ampliar los tramos de control, profesionalizar la gestión, nuevos procesos de producción y control,…nuevos desafíos…nuevas necesidades y roles a satisfacer.
Esto que desde el razonamiento es claro y lógico cuando se plantea a nivel personal en la dirección se genera un conflicto que tiene en uno de sus lados la nueva actividad a desarrollar y por el otro la mencionada zona de seguridad.
Es muy común que los directivos (más en la PyME) sepan que deben cambiar su rutina y hasta su labor en pos del crecimiento deseado, no obstante, en su cerebro se presenta un gran problema y es que las nuevas actividades –más allá de poder ser técnicamente factibles o sencillas- son desconocidas a la luz de lo que se venía haciendo hasta ese momento.
Así, si bien se puede verbalizar el querer hacer o estar dispuesto a ello, la realidad mostrará lo contrario ya que el individuo “suele verse abarrotado de tareas y problemas puntuales que no lo dejan asumir su nueva responsabilidad”.
En realidad lo que comúnmente pasa es que el cerebro, como no quiere enfrentarse a lo nuevo dado que esto representa incertidumbre, por ende, un mayor costo energético y como tampoco le agrada hacer evidente que no está de acuerdo, desarrolla de manera inconsciente procesos donde la persona siempre tiene algo para hacer…y que en resumidas cuentas esto le impida alejarse de la ya famosa zona de seguridad.
La consecuencia inmediata es que día a día dicho ejecutivo se enmaraña más y más en problemas de dudosa importancia y que bien podrían ser resueltos tomando las decisiones acordes y como consecuencia de ello, se pierde un tiempo muy valioso en cuanto al crecimiento, máxime cuando este se plantea en un mercado de alta competencia.
En forma mediata esta situación genera que se desaprovechen oportunidades dentro de un marco donde el directivo difícilmente acepte que bien podría haber delegado o resuelto “los grandes problemas” (excusas inconscientes) que lo tenias atado a su antiguo quehacer.
Tanto el alivio, descanso y distención generados en el logro del nivel de actividad deseada así como la zona de seguridad son cuadros que, de no tenérselo en cuenta, pueden significar el inicio de fallas, errores de planificación y de análisis estratégico, alejamiento del cliente, pérdida de foco, etc.; y fundamentalmente, el posible alejamiento de la posición de bienestar que dio origen al tema.
Este problema puede significar un nuevo ciclo como reacción a la situación de baja, no obstante, cuando esto se perfil dentro de un contexto de alta competencia puede acontecer que otras empresas tomen el posicionamiento perdido y prácticamente sea imposible volver a la situación antes dada.
Tenga en cuenta que para mantenerse usted sano, entre otras cosas, debe cuidarse y visitar periódicamente al médico a fin de llevar a cabo lo que se denomina medicina preventiva. Es sabido que la salud no se mantiene en un estado de pasividad sino que se debe tomar acción directa y constante para así mantenerla.
De igual manera, a fin de evitar los problemas señalados, las empresas deben ser proactivas y generar sus propios factores de motivación por encima de necesidades puntuales o situaciones de crisis.
En esto se debe aprender de los militares cuando en tiempos de paz suponen la guerra y se entrenan duramente –aún sin necesidad evidente- a fin de encontrarse siempre en estado óptimo y así poder enfrentar la batalla de manera más fácil.
Las empresas deben conocer, prever y anticiparse a estos cuadros definiendo claros objetivos a futuro, desarrollando una buena planificación, que sin necesidad de valerse de la crisis, se mantenga un nivel adecuado de operatividad y gestión y viendo que esta última se materialice en tiempos y formas.
Recuerde que el mejor momento para arreglar el tejado…es cuando hay sol.
En el momento de la tormenta difícilmente pueda evitarse el mojarse.
Claro que puede haber otros problemas al margen de los expuestos, no obstante, estos son comunes a toda persona y empresa y de allí lo importante de tenerlos en cuenta.
Sé el señor Ferrari así lo consideró y está trabajando en ello. No espere a que la necesidad o la crisis lo obliguen a Ud. a hacer lo propio, ponga manos a la obra y anticípese y si tiene alguna duda al respecto u cualquier otra, no deje de escribirme a a dcasais@dhcconsultores.com, con gusto le responderé a la brevedad.