Jefes hay como granos de arena en la playa. Disciplinados, con experiencia, prepotentes, colegas de sus empleados, eficaces y pésimos. Ser el responsable de un grupo de personas no es una cuestión para presumir, sino para demostrar una inteligencia y empatía absoluta.
Mandar se confunde con autoridad. Como esas personas que creen ser respetadas y en realidad, son temidas por su entorno. El miedo, en cualquier ámbito paraliza y no atrae buenos resultados. ¿Cómo ser entonces un jefe sin rozar el autoritarismo?
Saber liderar con flexibilidad
Poseer la cualidad de organizar un equipo, que trabaje y se sienta parte de un proyecto común, no es sencillo. Y no todo el mundo tiene aptitudes para estar al frente. Se relajan, y empleado y jefe pasan a tener el mismo rango. No se es mejor líder con ese comportamiento.
Los grupos necesitan de un guía. Si nadie establece unas normas e invita a cumplirlas con firmeza pero sin agresividad, el descontrol tocará a la puerta.
El que organiza ha de ser organizado
Todos hemos sufrido a gerentes que alzan la voz porque un trabajo no se ha terminado a tiempo y existe una fecha límite y un cliente que se encuentra ídem. Pero si observamos su comportamiento, veremos que no predica con el ejemplo. Él no es organizado.
No te puedes considerar líder si abandonas el lugar trabajo para tomar un café de dos horas. Si este comportamiento poco serio, va de la mano de no pagar un sueldo decente, a los ojos de los trabajadores, dicho «líder» será visto como una persona despreocupada que sólo reacciona cuando ve que el trabajo no está listo. Exige algo que él no cumple. ¿Cómo respetar a quien abandona el barco?
Soy el que más horas pasa en la empresa
Si el que manda no es capaz de administrar bien su tiempo y presume de pasar muchas horas en la empresa como virtud, alarma, luces rojas encendidas, Houston tenemos un problema.
Para desarrollar tu labor y dirigir a tu equipo, las órdenes y la estrategia han de estar tan claras, que debe sobrar tiempo para que un buen líder no se quede hasta las doce en la oficina. ¿Y si a cambio, se madruga más y los «descansos» no son de horas perdidas entre cafés y reuniones absurdas o eternas?
Conclusión
Ir al grano. Una persona capaz de estar al frente de un número de personas, cuatro o diez, debe poseer un don: el de la síntesis. Una buena idea, se debe resumir en una frase, con un lenguaje comprensible. La firmeza no es autoritarismo. Escuchar a los empleados demuestra sabiduría por parte de quien manda.
Un jefe no es un amigo, es un director de orquesta que logra que todos los músicos toquen a la vez, y como resultado suene una pieza armoniosa, sin desafinar y donde los ‘músicos’ se sienten parte de un todo.
Vía: pymesyautonomos.com