Hay personas que nacen con un «gen servicio» que les facilita la conexión con sus clientes, cuidan y miman todos los detalles hasta el punto de levar más allá la relación y construir un vínculo casi emocional con sus clientes que redunda en que las posibilidades de abandono se vean minoradas.
El cuidado y la gestión de clientes lo hacen las pequeñas cosas,una pequeña atención a sus necesidades y aquellas cuestiones que no suponen un esfuerzo excesivo pero tienen un impacto relevante en su día a día y conseguimos la fidelidad. Una de las cosas más importantes que se pueden aplicar preguntar y atender a sus necesidades.
Tenemos una lista de clientes que mantenemos y revisamos con frecuencia, gente con la que nos encanta trabajar y con la que nos sentimos cómodos, es probable también que tengamos una lista de no llamar a pesar de que nuestra colaboración les podría ayudar. Si mostramos nuestra mejor actitud, nos centramos en lo positivo y en el servicio, tendremos gran parte del camino andado.
Algunas recomendaciones
Encuentre un motivo que merezca la pena para afrontar la tarea de cualquier cliente que sea algo más que el dinero, algo más que la retribución y la compensación económica de realizar el trabajo, si al final toca que nos midan lo pondrán en la balanza.
Invierta tiempo en los momentos iniciales por entender donde están, qué son, qué quieren, encontrar sus verdaderas motivaciones hará que esté alineado con sus objetivos y comparta una visión común.
Cree un ritmo de trabajo, una cadencia de relación, si establece una dinámica le aportará seguridad al proceso, esto es especialmente útil para consultores porque así se genera un ritual que blindará la relación cliente-proveedor.
Resulte genuino en sus propuestas, que a todo el mundo le guste el trabajar con usted y quiera que forme parte de su proceso y le invite a participar, si mostramos predisposición y voluntad de ayudar será más fácil el que nos introduzcan en su día a día
La honestidad y confianza también cotiza al alza
Ofrezca al cliente lo que quiere y también lo que necesita, a veces no coincide y es motivo de grandes discrepancias, contratar a un consultor para hacer el trabajo sucio en ocasiones genera más problemas que soluciones. Sobre todo escuche, atienda…no busque excusas y sea coherente y honesto si algo no puede o quiere hacerlo.
Realice una comunicación con humildad, haga que el cliente se libere y sienta que está en confianza y que puede contar con usted para sus proyectos y que comparte sus objetivos porque está plenamente involucrado.
Si un cliente no está contento con el trabajo que está realizando o algo decepcionado detéctelo de inmediato y ofrezca alternativas que mitiguen esa sensación, en ocasiones un «lo siento o una disculpa» hace más que una defensa enconada de una postura inflexible.
El mejor consejo que puedo dar es que también sea un cliente, lo mismo que le gustaría recibir es lo que debe ofrecer, sus preferencias coincidirán en gran medida con lo que sus clientes buscan.
Vía: pymesyautonomos.com