Esta complicada situación mundial general, con conflictos territoriales, religiosos, raciales, económicos, ideológicos, tecnológicos, ecológicos, nucleares, biológicos, etc, son los que nos proveen principalmente de incertidumbre, confusión, sensación de pánico, de que hay un planteo implacable de preguntas sin respuestas.
Esto genera en los humanos una sensación de desesperanza, de vacío, de inseguridad, de haber perdido el rumbo ya que el objetivo de vida que barajábamos hace un tiempo se ha desplazado, se ha fragmentado.
Esta sintomatología no es otra cosa que la punta de un gran iceberg. Es el comienzo de un fuerte cambio. No hay cambios trascendentales sin un caos previo, por eso es importante tomar estas situaciones caóticas como el principio de algo muy importante.
Caos involucra momentos de gran perturbación, de desorganización que a su vez generará una nueva organización aunque pasen décadas antes de alcanzarla.
La teoría del caos se ubica a 180° de la reingeniaría ya que esta se nutre de compuestos lógicos y razonables, claros, marcados, concretos, muchos de ellos tangibles y definidos, con una intención previa de organicidad, lo que es más compatible con la «seguridad».
La desreingeniaria contiene a la creatividad, a la imaginación, a la ambigüedad, a la absoluta flexibilidad como factor preponderante, al abandono de la estructura.
Para detectar que se está transitando por un camino caótico debe haber:
1. Confusión
2. Inseguridad
3. Sensibilidad a las condiciones esenciales impredecibles
4. En apariencia mucho desorden
En esta situación las partes individuales van perteneciendo a un todo como las ramas de un gran árbol, cada rama aparenta cierta independencia en su desarrollo pero pertenecen a la estructura principal.
Este sistema mundial actual dirigido principalmente a lo material, al poder, generando corrupción por la misma voracidad por el poder, al consumismo, a que los países desarrollados (por tener mas dinero acumulado) pretenden dominar a los que económicamente tienen menos, sin importarles la humanidad en su conjunto, sea tal vez que va llegando a su fin, ya que el caos está presente en todo el mundo como si necesitara concluir una etapa para dar lugar a una nueva, tal vez menos material y más humana o más espiritual o más justa, o menos voraz o menos implacable, menos numérica, menos fundamentalista.
Todas las grandes organizaciones del sistema vigente se van disipando lentamente. Esta nueva etapa tardará mucho en implementarse definitivamente pero ya estamos en los primeros escalones, esta nueva organización tendrá como principal herramienta los programas grupales, la unión, la solidaridad, la espiritualidad, la humanidad.
Va a ser necesario empezar a olvidarnos de los pensamientos tan mecanicistas y estructurados y permitir invadirnos por el movimiento, la libertad, el misterio que genera lo desconocido. El caos en sí mismo guarda también una armonía y genera creatividad, ya que para poder subsistir en él nos veremos obligados a abandonar nuestra zona de comodidad para transitar por otros caminos, donde seguramente descubriremos nuevas posibilidades y oportunidades que jamás se nos hubieran ocurrido antes.
Será necesario aceptar la impredecibilidad del caos, en vez de resistirnos a ella. Cuando hay caos hay mucho más sutilezas y ambigüedad, que situaciones concretas, claras o lineales.
Es como que existe la necesidad de dar a luz a un nuevo sistema que puede ser aleatorio en el corto plazo pero determinista en el largo plazo.
Como dice Douglas Hofstaedter, uno de los matemáticos que más intensamente se ha ocupado del tema: «Sucede que una misteriosa clase de caos acecha detrás de una fachada de orden, y que, sin embargo, en lo más profundo del caos acecha una clase de orden todavía más misterioso».