Lucy Kellaway, columnista del Financial Times de Londres, cada semana recibe varias invitaciones para tomar café con sus lectores que le envían correos electrónicos diciéndole que están de paso por la ciudad y quisieran visitarla en las oficinas del periódico.
“A veces he sacado grandes ideas de la gente más inesperada”, comenta Kellawey quien señala que la gente la contacta para hablar de empresas que están emprendiendo o libros que han escrito.
De igual forma, muchos estudiantes le sugieren una reunión con el fin de recibir alguna ayuda para sus trabajos.
La verdad es que no se necesita ser periodista para ser el objeto constante de tales sondeos. Cualquiera puede conseguir el e mail de cualquiera; en fin, cualquiera puede sugerir tomar un café.
En el caso de Kellaway, no hubo ningún beneficio en esos encuentros. “Yo no tengo empleos que ofrecer, no tengo nada emocionante que decirles a los lectores . Generalmente no tengo ninguna intención de escribir sobre un libro ni un proyecto empresarial, y no soy particularmente hábil cuando se trata de ayudar a los estudiantes con su trabajo”, comenta.
Entonces, ¿cómo uno debe manejar esas peticiones?
Decir un “no” es duro y abusivo; y decir “sí” le hace a uno sentirse complaciente por el momento, pero muchas veces enfurece por haber cedido con tanta facilidad y debilidad. Eso deja la opción de no contestar, la cual es la más grosera y fácil a la vez.
Tomar té y darse tiempo
Sobre este tema, recientemente Debbie Horovitch, una experta en medios de comunicación y redes sociales, encontró por casualidad una mejor manera de racionar el tiempo que uno pasa con desconocidos.
Ella obliga a todos que la contactan llenen una solicitud en la cual escriban las preguntas que quieren hacer, lo cual le permite desechar los que más le hacen perder tiempo y decidir quiénes merecen una reunión.
Lo ideal de este sistema es que obliga a que los solicitantes hagan su tarea y se informen. Le otorga a uno una base científica para decir sí o no, que es más cortés que no contestar.
Esta técnica ha impresionado a Dorie Clarke de la Universidad de Duke que ha terminado adoptándola para sí misma y ha escrito una entrada de blog al respecto para Harvard Business Review llamada “No deje que la gente le haga perder tiempo”.
Por su parte Kellaway se somete cada semana a una breve reunión con un desconocido quien es elegido por capricho o por aquel e mail que le pareció más graciosos. Finalmente la periodista londinense señala que ha descubierto que conocer a los lectores por este medio no sea tan inútil, ya que se ha probado científicamente lo contrario.
“La semana pasada leí un interesante resultado de investigaciones que mostraba que los cocineros preparan comidas más sabrosas cuando pueden ver quiénes se las van a comer. Cuando los cocineros en el experimento podían ver a sus clientes, las comidas resultantes eran juzgadas 10 por ciento más sabrosas”, añade Kellaway.
Via: Equipo P.