Cuando un cliente está por comprar un producto o servicio, lo que espera es una buena atención, por lo tanto, el buen tacto es muy importante. Lamentablemente, en algunos lugares este concepto llega a olvidarse a causa de la rutina. Sin embargo, aquí te damos cinco acciones sencillas para que las pongas en práctica en tu día a día, mejorando tu negocio.
-
No los hagas invisibles. Si bien es cierto que llegado el momento de atender, a veces varios clientes llegan al mismo tiempo haciendo imposible atenderlos rápidamente. Ten mucho cuidado si es que esto ocurriese, pues para ellos puede llegar a ser muy frustrante sentirse ignorado. Si llegase a ocurrir este tipo de inconveniente, indíqueles que en breves momentos se les atenderá y dígales en qué orden ser dará, de esta manera verá a sus clientes más tranquilos.
-
Salude. Para este punto es bueno hacer un ejercicio. ¿Alguna vez fue a una bodega y no recibió ningún saludo, o por el contrario no se lo devolvieron? Si es que a usted le ha tocado pasar por esto, sabe a lo que nos referimos. Es un ejemplo que no se puede imitar debido a que los saludos generan confianza y respeto. Recuerde que un buenos días ¿cómo puedo ayudarlo? Siempre funciona, no exagere su saludo ni los minimice con una mímica.
-
Llámelos por su nombre. Cuando un cliente oye su nombre se siente a gusto, porque es muy satisfactorio poder ser reconocido. En no tenga mucha cercanía, trátelo de señor o señora. Aquí, podemos poner como ejemplo a Starbucks, quienes siempre tratan a sus clientes por su nombre y los reciben con una sonrisa.
-
Haga recomendaciones. Si su cliente no conoce bien sus productos o simplemente cuenta con una gran variedad, se pueden sentir abrumados, y sus recomendaciones podrían ayudarlo. Sin embargo, si su cliente está seguro de su pedido, no insista porque podría generar algún tipo de rechazo.
- No mienta. Pase lo que pase, siempre diga la verdad. Un falso descuento, una oferta inexistente o una calidad alterada son mentiras que podrían llevarlo a perder la clientela y popularidad.
Autor: Gonzalo Lagos