Según investigación, los antiguos y generalizados códigos de barras tienen agujeros de seguridad que pueden ser aprovechados con fines delictivos, concluye investigación.
A menudo, los delitos informáticos son relacionados con usurpación de identidad, suplantación de instituciones financieras y robos de números de tarjetas de crédito. Sin embargo, también es posible intervenir tecnologías más anticuadas, como los conocidos códigos de barras negras.
En una conferencia de seguridad realizada en Berlín, el denominado grupo Phenoelit presentó diversos ejemplos que confirman que en muchos casos es posible copiar los códigos de barra originales, y alterarlos para obtener un beneficio económico. Los códigos de barra unidimensionales fueron inventados en la década de 1940, y los primeros lectores de códigos de barras fueron lanzados en la década de 1970. No sorprende entonces que sea posible alterar tales códigos. La tecnología es usada en muchos lugares, especialmente en supermercados y estacionamientox. Por ejemplo, el grupo Phenoelit informó sobre un centro de estacionamiento en Alemania donde era posible obtener estacionamiento gratuito debido a que el pago con código de barras no incorporaba un sistema de comprobación.
Un sistema similar podría ser usado para alterar los precios en supermercados, con el fin de pagar por ellos un precio inferior al real.
Los representantes del grupo Phenoelit declararon que su propia empresa había sido víctima de falsificación de códigos de barras. En efecto, la organización empleó en una oportunidad códigos de barras en el billete de acceso, que podía ser canjeado por una bebida gratuita en la barra del salón de eventos. Según relataron, uno de los invitados sencillamente fotocopió los códigos de barra e intentó canjearlo por un trago. La única razón de que no pudo hacerlo fue porque copió la tarjeta de una persona que ya había canjeado el cupón.