Sabemos que los ser humanos nos regimos por emociones, y tan vulnerables somos ante ellas, que, podemos aprender las más complicadas formulas, vincularnos con temas de una gran complejidad, y sin embargo un gesto, una palabra de elogio, una ausencia, una canción, un olor, una película, un episodio por la calle, un recuerdo, un llamado, un mensaje de texto, mail, un sí, un no, pueden disparar un sinnúmero de incontrolables emociones que marcarán en positivo, o en negativo, el resto de nuestro día y a veces nuestra semana o más. Lo más curioso es la variabilidad de disparadores que pueden activar estas emociones
Las emociones son el núcleo de la relación humana y conviven dentro del día laboral, se apropian del ánimo y muchas veces nos dejan dependientes de los demás. Todos hemos tenido la experiencia de tener que soportar a un compañero o jefe, déspota, mal humorado, esos enojados con la vida, pero que en realidad están enojados con ellos mismos y como no pueden contener ese enojo dentro, lo vuelcan a todos quienes los rodean, generando grupos tensos, con altas probabilidades de entrar en conflictos, discusiones, choques, y es más, muchas veces planean emboscadas o trampas para hacer caer a los otros. Claro que ellos son sus primeras víctimas, pero convivir 8 o 9 horas con ellos, es todo un reto. Afortunadamente también hemos frecuentado grupos donde se percibe la motivación y el bien estar.
«Las emociones viajan de persona a persona como un virus.» Dice Barsade el co-autor de un documento reciente que observa el impacto de los humores, emociones y disposición general de los empleados sobre el desempeño laboral. Este trabajo revisa sobre cómo la disposición emotiva influye en los aspectos críticos de la organización, como el desempeño laboral, la toma de decisiones.
En las empresas se realiza una evaluación llamada Clima Laboral, donde se detectan principalmente cómo se sienten los empleados dentro de su entorno laboral, y pone el acento en su día emocionalmente. Siempre se mide a la gran mayoría, por eso no se toman en cuenta los malos entendidos entre dos personas por ejemplo. Y, si bien no se puede medir con números, el estado de ánimo es tan central, que está probado que, un grupo emocionalmente equilibrado (motivado), genera excelentes resultados laborales, mejorando la rentabilidad de la empresa (esto sí es cuantificable) mientras que otro mal administrado o mal conducido genera resultados para atrás.
Todo grupo se puede mejorar si se está dispuesto a cambiar y se hace en efecto cascada (desde la dirección).
Hay técnicas que ayudan a comprender cómo elevar y mejorar las relaciones humanas dentro de la organización. A veces hay que hacer cambios fuertes, pero pensemos, que si el ánimo del personal está enfermo, hay que actuar justamente como lo que es, una enfermedad, se debe realizar un diagnóstico y un tratamiento, ahora cuidado, porque si no hacemos nada, solo no se resuelve, y se está en peligro de muerte.
Hay formas de detectar cómo está el ánimo dentro de la empresa.
Cuando está en negativo, estos son algunos de los síntomas:
• Alta rotación del personal
• Desmotivación generalizada
• La gente no llega a los objetivos
• Impuntualidad o ausentismo
• Falta de compromiso
• Radio pasillos
• Rentabilidad de la empresa dificultosa
Estos síntomas pueden estar generados por:
• Mal trato
• Errores en la selección del personal
• Fallas en la claridad de los objetivos (se le dijo a la gente qué se espera de ellos?)
• Problemas de conducción
• Insuficiente comunicación
• Poco reconocimiento
• Falta de claridad en las normas y reglamentos
• Directivos demasiado rígidos o distraídos y faltos de autocrítica
La suma de estos síntomas generan nada menos que baja rentabilidad. Finalmente toda empresa está en el mercado para ser rentable, si fallamos acá tenemos pocas posibilidades de supervivencia.
Como toda situación que se nos puede presentar podemos aceptarla o negarla. Si la aceptamos se abre un abanico de posibilidades para resolver los inconvenientes que hayan podido surgir, pero debemos saber qué hacer y accionar, si nos quedamos en los enunciados no lograremos emerger.
Si lo negamos seguiremos un camino laberíntico, poco claro, con dificultades para ver el horizonte. La incertidumbre que genera esta decisión será el precio que pagaremos día a día, no pudiendo vislumbrar un futuro genuino.
Dejarse llevar por las emociones significa que la situación nos está dominando. Si son positivas tendremos esa sensación de plenitud que acompaña a una adecuada motivación. En cambio si nuestro día laboral acostumbra a plantearse en negativo, se contribuye a diluir el compromiso del personal hacia su actividad.
Esta probado que el 20% del estado emocional lo provee cada uno con su propia personalidad, mientras que el 80 % restante tiene que ver con el clima laboral que se genera desde la dirección dentro de la organización.
Lo bueno de esto es que las emociones son tan fluctuantes que si están en negativo, aplicando una metodología apropiada, se pueden equilibrar, llevándolas al punto de optimización. Como todo planteo para generar un cambio hay que tener en cuenta lo siguiente:
• Reconocer que hay un problema
• Trazar un objetivo hacia un cambio renovador
• Ponerse en acción
• Sostenerlo en el tiempo
Adúlame y puede que no te crea,
Critícame y puede que lo tome a mal.
Ignórame y puede que no te perdone.
Estimúlame y puede que jamás me olvide de ti.
William Arthur