La derogación de las cuotas de textiles a partir del 1 de enero presagia problemas para los países que no pudieron adaptarse al inexorable crecimiento de China y a los gustos veleidosos de los gigantes minoristas, dijo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Denis Audet, autor principal de un informe de la OCDE, dijo que las Islas Mauricio, Bangladesh, República Dominicana y otros países pobres que por décadas fueron protegidos por cuotas tendrán que modernizarse y modernizar sus productos para sobrevivir a los nuevos desafíos en el comercio mundial de textiles a partir del 2005.
Después de dos años de trabajo, el informe de la OCDE de cerca de 300 páginas no ofrece consuelo a millones de personas que cosen camisas baratas en los países cuyo negocio es mayormente enviado afuera, debido a cuotas sobre los rivales más fuertes como China.
«Muchos trabajadores están aterrorizados en este momento,» dijo Audet a la agencia Reuters en una entrevista. «Los países más vulnerables ahora son los pequeños países en desarrollo que mayormente se beneficiaron de ese sistema». Países como Bangladesh, con costos bajos, serán ahogados por China e India, donde la industria está más avanzada y tiene sus propias materias primas.
La OCDE, fundada por los 30 principales países industrializados para promover el libre mercado, ofrece recomendaciones generales a empresas y gobiernos en su informe, publicado previamente esta semana.
Las empresas textiles están destinadas a incorporar alta tecnología, mejorar la calidad de sus productos, desarrollar vínculos cercanos con gigantes minoristas como Wal-Mart y ser lo suficientemente ágiles para satisfacer rápidamente la cambiante demanda.
La OCDE no intenta predecir la potencial pérdida de empleos en los países en desarrollo, pero destaca que se perdieron cuatro millones de empleos entre 1970 y el 2000 en Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña como resultado de la reestructuración en el sector.
Si bien la OMC ha dicho que China podría confeccionar más de la mitad de los textiles de todo el mundo en tres años, frente al 17 por ciento que hacía en 2003, Audet argumentó que esto es quizás muy exagerado.